En la casa de la playa la bañera está sobre el mar, con vistas directas. A ella le gusta ducharse con la ventana completamente abierta, para poder disfrutar del oleaje, del cielo y las islas, y, por qué no, para que bañistas y paseantes puedan disfrutar de ella.
No le importa ser consciente de que buzos y surferos miran-admiran su silueta. Es más, le gusta, la invita a enseñarse, a recrearse en gestos lentos que acompasen el batir de las olas en las que ellos se adentran. Y sueña que es la misma espuma que bate en la playa la que resbala por su piel, dejándola blanca como arena.
¿Y esa dimensión exhibicionista? Bueno, debo de confesar que no me sorprende del todo su anasyrma, es cosa de sacerdotisas, de mujeres sagradas símbolo de la sexualidad,... excitando a los hombres de su entorno (porque no dude que se excitan) consigue estar presente de forma permanente en su sexualidad, garantiza que se perpetue la especie.
ResponderEliminarY mientras contempla el mundo desde esa ventana toma conciencia de que, si sigue existiendo, es grácias a usted
Entiendo que la foto es tuya...una invitación a buscar la ventana de esa casa en la playa.
ResponderEliminarEntiendes bien. La foto es mía, la casa es mía, la ventana es mía. La playa, de todos...
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