sábado, 17 de marzo de 2012

Una colada por tender

Junto a la lavadora. Entre la tabla de planchar y la secadora. Ahí fue donde me buscaste. Te acercaste sigiloso y me atacaste por sorpresa.

Imagino felinos tus movimientos anteriores: siguiendo el rastro de mi olor a presa hembra. Yo canturreaba. No hubo tiempo de percibir tu mano hasta que se coló decidida en mi entrepierna. Ah!, exclamé, y di un respingo. Quise girarme para mirarte, pero no me diste ocasión. Sujetaste firmemente mi cabeza por la barbilla mientras tu lengua recorría mi nuca despejada. Aturdida, involucrada aún en la tarea anterior, mi coño funcionaba autónomo, estoy segura, pues aún no había llegado el fuego del deseo a mi cerebro cuando él ya ardía. Y segregaba un mar de jugos urgentes para apagar el incendio entre mis piernas. Ya sin remedio, vano intento. Si tu deseo fuese sólo jugar era ya tarde. Ibas a tener que follarme, mi coño te lo exigía. Y así lo hiciste. Vaya si lo hiciste! Hay una colada por tender que lo atestigua.

1 comentario: