Pronto llegará el calor. Mis pulmones desayunarán bocados de aire limpio con olor a madreselva.
Mi cuerpo se sentirá libre de su prisión invernal de tejido espeso. Flotará envuelto en finas sedas que ondearán graciosas y dibujarán mi silueta. Mis muslos se sabrán de nuevo gemelos al notar el roce de uno contra otro sin nada de por medio.
Me sentiré otra vez ligera, y pasearé con decisión mi levedad por los senderos de asfalto, con la ilusión de quien porta un secreto. En la terraza junto al mar; allí te sueño y te espero
Algunos asesinos especialmente hábiles envuelven en seda la navaja para que no se sienta el corte. El primer síntoma que percibe la víctima es la humedad de su propia sangre, justo antes de que la pérdida del fluido vital haga que se desplome...
ResponderEliminarAsí la percibo a usted envuelta en seda, como un estilete que sólo se nota cuando ya ha sucedido lo inevitable.
Querido amigo: aprecio la belleza de su metáfora. No obstante, en algo se equivoca usted: yo soy siempre, o al menos eso pretendo, portadora de VIDA. Reciba de mi parte un beso de mariposa. Sabe cuál le digo?
ResponderEliminar