Cómo es posible echar tanto de menos a quien no se conoce siquiera? Cómo es posible que ya te cueles en mis sueños con tu cara recién puesta?
Me desperté esta mañana algo agitada y sudorosa. Desconcertada, un poco pálida, pero casi satisfecha. Acababa de verte antes de abrir los ojos. Tan nítido y tan de cerca, que parece imposible que esas imágenes no tengan más sustento que cuatro fotos: tus dos perfiles, tu mirada a cámara y ESA NUCA que es razón de toda mi desazón desde que le eché la vista encima. Esa nuca no muy despejada, asimétrica, que carga a izquierdas, pues el nacimiento del pelo, un poco rebelde (como intuyo a su dueño) no quiere de ningún modo renunciar a ser como le peta.
Esa nuca me obsesiona, me desconcentra, me crispa y me subyuga. Cuando la miro o la imagino produce cosquilleo en mis entretelas. Esa nuca pide a gritos que la muerda, que la babe, que la bese, que la recorra toda con mi lengua. Que aparte el cuello de la camisa para seguir descubriendo más piel, esa que le está vedada a mi vista porque la cámara no la revela.
En mi sueño de anoche, no obstante, te me aparecías de frente. Caminando lento hacia mí. Y tu rostro se me agrandaba a medida que te acercabas, portando esa sonrisa que en la foto llevas puesta, esa mirada algo pícara y cómplice que me descompone y me sobrecoge, que me eriza los pezones.
Supongo que mi mente cruzó dos datos: tu imagen y tu comentario sobre el placer que te producen los instantes previos al primer beso, al primer contacto. Y lo supongo porque era precisamente eso lo que mi sueño recreaba con fidelidad imposible: un tú acercándose a mí lentamente, con la clara intención de devorarme viva; un yo palpitando sólo de verte venir, descomponiéndome con el simple contacto del aire que desplazabas a mi alrededor.
Y mientras te aproximabas podía notar cómo mis carnes se abrían en canal, cómo mi epidermis se erizaba toda ella, desde la punta de mis dedos hasta la cima de mi cabeza. Todo mi ser activado con cada paso tuyo... No sucedió nada. No hubo roce, no hubo beso, no hubo siquiera caricia. Sólo humedad y fuego. Fuego abrasador que me consumía...
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