Vivo sólo de imágenes. Miro tu foto. Me fijo en tu boca, le soplo cálidamente... Sí! ese era el santo y seña! Se abre para mí, y lentamente introduzco mi lengua en ella. La paseo como una ciega: recorriendo el velo de tu paladar, y uno por uno todos tus dientes y muelas. Luego palpo tu lengua. Ávida de información que me deje conocerla.
Después mis manos trepan por tu cuello, lentamente ascienden por detrás de tus orejas y se instalan en tu pelo. Lo revuelvo, lo magreo, lo despeino. Un tirón aquí y allá... Realmente estoy ciega.
Ciega de deseo, ciega de calentura... Tan ciega, que mi única obsesión es leer todo tu cuerpo en Braille. Me da igual quién seas. Me importa una mierda de dónde vengas. Ni quién soy yo, ni a dónde voy... Sólo quiero aprenderte y que me aprendas.
Aprenderte,... aprender de memoria cada poro, cada pliegue, cada relieve. Ofrecerme,... ofrecerte mis ojos para que veas a través de ellos.
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