martes, 14 de febrero de 2012

Sexo tántrico

Me gusta excitarnos juntos, aparentando indiferencia. En la cama o en el sofá, cubiertos por una manta, la tele encendida, medio desnudos, nuestros cuerpos relajados y tibios.

Mi mano se acerca a tu pecho y empieza a jugar con el vello que lo cubre. Así, como quien no quiere la cosa; te rasca, te frota, te araña suavemente, traza círculos en torno a tu plexo.

Y desciende poco a poco en dirección a tu ombligo. Se extiende hacia los lados, reptando por tu abdómen. Te quejas: me haces cosquillas! Yo te digo: pues te jodes. Aguanta.

Tú contestas imperativo: bájate los pantalones. Obedezco al instante. Una ola de calor inunda mi bajo vientre, porque sé lo que eso significa.

Posas tu palma extendida sobre mi coño. Lo frotas suave y dulcemente de delante a atrás. Luego tu dedo corazón separa mis labios, se hace un hueco. Mis pezones se endurecen, apuntando al techo. Te recreas jugando con mi perla lágrima. Tu yema resbala por ella de tanto jugo que la baña.

La televisión sigue encendida. Y nosotros medio atentos a ella. Es así como nos gusta a veces: indiferente, desidioso y, sobre todo, lento. Insufriblemente lento.

Apoyo mi mano en tus huevos. Los palpo como una ciega. Asciendo por tu polla. Con mi pulgar repaso el relieve del capullo, que noto caliente y algo húmedo. Abrazo tu tronco ya firme y empiezo a pajearte despacio, con dulzura. Noto cómo tu cuerpo se tensa. Exhalas un suspiro, los ojos se te entornan.

Mientras tanto, tu dedo se cuela en mi coño. Mi espalda se arquea. Separo las piernas.

Nos miramos. Nuestras bocas entreabiertas. Cada vez más excitados. Pero no dejamos de atender la tele. Medio cerebro en cada cosa.

Así nos gusta a veces: aguantarlo a punto de caramelo... Sin dejar que cristalice. Te reservas y me reservo. Hasta cuándo, no sabemos. Quizá más tarde, luego. Esta noche. Mañana... Eso no importa. Cuando llegue, será tremendo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario