miércoles, 15 de febrero de 2012

El delicado arte del maquillaje

Cada mañana me sitúo ante el espejo y doy comienzo al ritual de adornar mis labios.

Preparo con calma los útiles de trabajo. Me gusta pensarme una artesana del cosmético. Planifico la nueva pieza con esmero.

Mis labios son porcelana china que no admite fallos al ser decorada. Un solo error arruinaría todo el proceso.

Primero los perfilo, cuidadosamente, siguiendo con trazo fino el borde que delimita. El pulso ha de estar firme, seguro, preciso.

Comienzo por la comisura derecha y voy ascendiendo lentamente hasta el centro, donde la montaña hace pico. Me detengo en esa cumbre escarpada que da a mi rostro un aire oriental-europeo.

Desciendo entonces la breve cuesta que me lleva hasta el fondo del valle. El trayecto es corto, pero la pendiente es fuerte. Me detengo ahí justo, en el vértice central de mis labios, donde mi nariz señala.

Contemplo mi imagen en el espejo. Sí, todo va bien. Me satisface lo que veo.

Retomo desde la comisura gemela, y hago la operación simétrica. Subo lentamente... bajo... y el trazo confluye en el punto de corte exacto, con precisión de dibujante experto.

Me entrego entonces al labio inferior, que en mi caso no es muy grueso, aunque sí carnoso. Comienzo por el centro, y deslizo el lápiz con suavidad, hacia un lado primero, hacia el otro luego. Dejando que sea la suave curva que lo recorta la que guie mi mano sobre el lienzo.

Contemplo de nuevo mi rostro en el espejo. Todo correcto.

Toca ahora decidir el color que rellenará la carne con la que beso. Rojo, siempre tentador y voluptuoso? Rosa, delicado y soñador? Naranja, soleado y coralino? Mi paleta de colores es amplia, y dedico un rato a decidirlo. Finalmente escojo según esté afuera el cielo, y según lo que haya adentro en mi pecho.

Ya está. El resultado es perfecto. Me contemplo complacida en el espejo. Me sonrío. Un par de gestos para comprobar la consistencia, y estoy lista para salir a marcar cuerpos.

2 comentarios:

  1. Toca ahora limpiarte contra mi piel...

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  2. Un día, tal vez con presunción, escribí: "Me pegaría a los labios de @quisieras hasta que su Glossy se tatuara en mi piel"

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