miércoles, 9 de mayo de 2012

El universo ginecéntrico

La etología nos enseña que el hombre tiene una tendencia instintiva a la poligamia, y solo renuncia a ella una vez que sus pulsiones han sido debidamente controladas por las construcciones de la cultura. También nos enseña que no sucede lo mismo en el caso de las mujeres: al parecer nosotras venimos programadas para buscar al mejor macho posible que nos engendre crías de calidad.

Sin pretender yo negar esta evidencia científica, quiero advertir no obstante a los hombres, y al resto de las mujeres, que algunas albergamos en nuestro interior la semilla de un universo ginecéntrico. En él la mujer es el astro en torno al cual gira todo, con una masa tal, que nadie se libra de su campo gravitatorio. En el centro de ese universo, ella lo ilumina todo, y cuando da la espalda, se cierne sobre el resto la oscuridad más absoluta. Así somos algunas de nosotras: semillas de Rá, fuente de vida y destrucción.

1 comentario:

  1. No son ciertas las pretendidas evidencias científicas del primer párrafo. Somos poro, no vidrio. Somos seres sensibles, distintos y complejos, no clones de un modelo. Buscamos estímulos distintos en personas diferentes, cubrimos pulsiones diversas con aquellos que nos las satisfacen.

    El segundo párrafo es un sueño no apto para sociedades pariarcales. Una ensoñación para hombres y mujeres libres de prejuicios y etiquetas impuestas. Arquetipo anhelado en de un voluptuosos ritos paganos desde la antigüedad.

    La mujer consciente de su poder, la mujer fuerte en su aparente y tan falsa fragilidad, conmueve corazones y entrañas, acelera los pulsos y excita los cuerpos. Es pura magia, pura sabiduría vital y ella lo sabe.

    Alrededor suyo, deseo, ansia enorme de su calor. Y también profundo agradecimiento cuando, generosamente, repara en nuestra existencia, decide mostrarse accesible y nos dedica un gesto de complicidad con nuestra pasión.

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