Nada detendrá mi lengua en su ávido recorrido. Mis ojos permanecerán cerrados para que sea ella la que lea tu nuca hasta aprendérsela de memoria. De ese modo tendré la seguridad de poder encontrarte incluso a ciegas. Una vez reconocidos tu sabor y tu olor, mis papilas podrán distinguirte entre cientos de nucas, por muy parecidas que sean.
Y tu piel grabará también la textura de mi lengua: su aspereza, su humedad caliente.
Será un encuentro a ciegas. No te dejaré volverte. No quiero que me veas. Solo quiero que me sientas.
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