Te ato para contenerte, para domarte por una noche. Así, embridado, serás mio por más tiempo. Retendré tu deseo hasta agotarte y consumirte, hasta tu desespero.
Te contemplaré enhiesto y bravío, como un hermoso caballo de doma. El más pura raza de todos ellos.
Durante ese tiempo seré yo quien esté al mando. Y tú solo desearás una cosa: ser enteramente mio.
Deberán ser nudos de maestría, de lo contrario...
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