Cargar el peso de tu cobardía a la espalda de tu pareja está, como mínimo, muy feo. No veo yo ahí paridad alguna. Y sin embargo a las mujeres suele gustarnos encontrar la excusa perfecta para dejar de hacer algo. No eres tú, que soy yo, pero quizás si tú no fueses tú, entonces yo podría ser yo, y otras mentiras podridas.
Llegó Jeanete y dijo aquello de soy rebelde porque el mundo me ha hecho así, y abrió un filón para el resto de nosotras. Lo que no queremos ver es que aquella dulce chica no sólo tenía la cara de niña, sino también el alma, y en realidad el coraje se esconde detrás de cada palo que aguanta su propia vela. Pues eso!
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